Entregué la traducción al maquetador el 17 de diciembre. Me pasaron la primera maqueta el día 22. Con el caos de los viajes y las navidades, no quise sentarme delante de la maqueta hasta que no estuviese seguro de tener una jornada laboral completa por delante, sin mantecados, sobrinos, amigos o resacas pendientes. Entregué ayer (29) la revisión sobre maqueta. Hoy (30) he recibido los cambios y he dado mi visto bueno final a todo el proyecto.
Lo normal es que La República de la Lucha vaya a imprenta la semana que viene junto a otros proyectos de Ponent Mon (entre otros, mi Gavrilo Princip) y que esté en las tiendas en marzo. Pero yo ya he acabado mi trabajo. Solo me queda hacer la factura y esperar a tener la obra en papel entre mis manos para echarle un vistazo rápido y ponerlo en la estantería con una sonrisa y un hasta siempre. Y escribir algunas entradas en este blog, que no renuncio a encontrar tiempo para hablar de tres o cuatro cosas que tengo pendientes.
Lo más duro, sin duda, ha sido la traducción del título. Jamás me había visto en una igual. Me ha supuesto horas de sufrimiento, de lectura, de estudio, de conversaciones; me ha provocado insomnio, dolor de estómago, me ha afectado a la estima. No me suele pasar, la traducción y sus procesos finales me son generalmente placenteros. En la traducción, como en la vida, le doy las vueltas necesarias a una idea y cuando estimo que me estoy enquistando tomo la mejor opción posible de entre las que tengo a mi alcance y camino ligero sin mirar atrás. Pero este puto título me ha superado. La traducción también tiene sus miserias, conviene afrontarlas, no pasa nada, a veces no llegamos a ser quienes queríamos ser. A veces no llegamos a traducir como querríamos traducir. A veces no existe el título perfecto. O se te escapa.
El catch en francés es mucho más que cualquier denominación española para esas peleas que mezclan espectáculo, teatro, colores, ruidos, golpes imposibles, saltos acrobáticos, violencia gratuita y palomitas. Para empezar, el catch tiene su entrada en el diccionario: «Lutte libre très spectaculaire, où la plupart des prises sont permises, opposant le plus souvent deux adversaires, parfois deux équipes de deux membres qui se relaient sur le ring». Y tiene sus derivados como catcheur y catcheuse. Y está en el idioma común. Y aunque es una modalidad marginal, cualquier hablante en Francia tiene una imagen muy clara de lo que es el catch y el mundo que lo rodea.
Al abrir las cortinas del catch y adentrarse en su universo, uno se encuentra enseguida con Roland Barthès y sus Mythologies de 1957. De hecho, la primera frase del libro dice: «la vertu du catch, c'est d'être un spectable excessif». Y cuando uno acaba el proceso de investigación
En España y en mi generación tenemos consciencia de lo que es el pressing catch gracias a Hulk Hogan y compañía, pero poco más. La lucha libre nos suena sobre todo a deporte olímpico, a lucha grecorromana, quizá a lucha canaria... Luego está la lucha libre mexicana, que nos puede decir algo, que se puede parecer al pressing catch... Lucha, lucha libre, lucha extrema, wrestling, pressing catch... En español de España hay una empanada considerable de ideas, conceptos y términos para el lego en estos deportes o espectáculos. Aquí, aquí, aquí o aquí nos podemos hacer una idea al leer la prensa de lo poco fijado que están los términos.
En cambio, absolutamente todos los franceses a los que les pregunté tenían muy claro lo que era el catch. Además, en mis seis semanas en Francia me crucé con dos personas que no tienen absolutamente nada que ver con ese mundo, pero que habían hecho una aproximación intelectual al catch en los últimos tiempos: Nicola Labarre, traductor y profe de la Universidad de Burdeos, organizó hace unos años un congreso sobre el catch y sus miradas fronterizas (textos y vídeos); David Helman, un fotógrafo francobrasileño que me estuvo haciendo unas fotos para Écla, había terminado hace poco el proyecto Haut les masques! sobre el mundo del catch en Burdeos.
Y yo pensando que estaba traduciendo La república del catch, así, sin más. Mola, claro, todo fluye en tu cerebro traductil de emocionado. Joder. Y yo que siempre dejo los títulos para el final. Con lo mayorcito que soy y todavía me meto en las traducciones con una sonrisa de oreja a oreja. Y así llega un día en que te escribe tu editor y te pregunta por el título del libro, que necesita empezar la promo cuanto antes, tú escribes La república del catch, claro, qué cosas, cuál va a ser el título, si llevas semanas llamándolo así... Pero mientras lo escribes te empieza a entrar un retortijón por el hipotálamo, ese trozo de cerebro que dicen que lleva ahí desde siempre, ese que manda sobre la temperatura, el pipí, la caca y esas cosas que nos unen a todos los humanos, esa parte que te permite sobrevivir aunque no pienses... Y de pronto llega una patada voladora inésperada que te azota de lleno en la parte más consciente de tu mente y sabes que no vas a mandar ese correo en unas horas, en unos días. Te levantas de la silla, enciendes un cigarro, llamas a Paco, te cagas en tu trabajo, maldices tu libertad creadora, te vistes, sales a la calle, fumas y andas mucho, vuelves a casa, lees, lees, lees, mandas correos, preguntas, estás deseando que amanezca para hacer más llamadas, hablas con François, con Alfonso, con Isabelle, lees, lees, lees, preguntas a quien te encuentras, lees, llamas cuarenta veces a Paco... Y decides que no es lucha libre, que no es pressing catch, que no es, por supuesto, lucha sin más... Decides que vas a perder en el título, te cuesta mucho aceptarlo. Pierdes el catch, pierdes la república de Nicolas. Pero es un título, tiene que sonar bien, tiene que seducir, tiene que sugerir, no va a mostrar todo lo que lleva dentro, va a jugar con el concepto de república que es muy poético para un lector español, más que para un francés, va a jugar con una peli que te gusta, va a jugar con la portada que no tiene nada que ver con la francesa, en la que no se ve a una luchadora sino a unos fantasmas felices con un piano... Te dices que te gusta el contraste entre esos tipos al piano que llevan a tu lado semanas y ese título que quiere decir algo. Sabes que es una obra de contrastes, de dicotomías, de mundos que se miran al espejo. Y tomas la decisión final que te debería liberar para siempre.
Fue La república del catch, fue La república de la lucha y, finalmente, la ortotipografía te dice que no es ningún país, que estás hablando de una organización criminal que tiene su propia marca, como si dijeras en un título El Corte Inglés o el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, todo con sus mayúsculas, cómo no, así que se llama La República de la Lucha. Para esto te pagan, chaval. Por esto te gusta tu trabajo, aunque a veces te haga sufrir.
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