Piano
Último día en Sevilla antes de empezar la aventura en Burdeos. Abro el PDF del libro, acaricio mentalmente sus doscientas veinticuatro páginas e intento borrar de mi cerebro la primera lectura rápida que hice antes de verano, directamente sobre la tableta, sentado y tumbado en ese sofá que me mira ahora y del que estaré alejado los próximos cuarenta días.
Ayer por la noche escuché que faltaban cuarenta y dos días para las elecciones generales, cuarenta y dos días en los que voy a poder abstraerme del final de un ciclo electoral que se hace ya interminable, refugiado en mi trabajo en una ciudad por descubrir con nombre de vino con renombre. Yo soy más cervecero, seguro que encuentro mi hueco.
La primera página de La République du Catch no tiene texto: es una sola imagen en la que se ve un edificio que podría ser francés, en una calle que podría ser francesa, con un par de rascacielos al fondo. La calle es bastante transitada, hay varios viandantes y circulan los coches; debe ser el centro de alguna ciudad grande. No sabemos en qué país o cultura estamos porque el escaparate opaco del local comercial que nos enseña de Crécy dice «Piano», que puede ser tanto cualquiera de los tres idiomas que domino como cualquier otro.
Los coches no parecen muy modernos, la valla publicitaria sobre el edificio tampoco es el último grito en tecnología; así pues, nada indica que estemos en el rabioso presente. El sol brilla, las chimeneas no humean, el árbol mantiene todas sus hojas, la ropa de los personajes que intuimos no es ni muy veraniega ni muy invernal; quizás sea el principio del otoño, quizás sea un noviembre soleado como el de estos últimos dos días en la Sevilla que dejo mañana.
La primera página de La République du Catch no me va a dar mucho trabajo. Me deja una atmósfera anodina, triste, otoñal. La tengo que imprimir esta tarde cuando pase por Tramallol, será lo primero que cuelgue en la pared de mi nueva casa en la que traduciré esta obra que pronto empezaré a llamar La república del Catch. Aunque los títulos siempre son lo último en traducirse, en este caso no creo que dude mucho. Llegará, claro, el día en que tenga que pensar en las mayúsculas y minúsculas de «república» y de «catch», así como en lucha libre, sumo, pressing catch y demás variantes. Aunque para eso faltan casi cuarenta días.
PD: Imagen usada con la autorización de la editorial Ponent Mon.
Ayer por la noche escuché que faltaban cuarenta y dos días para las elecciones generales, cuarenta y dos días en los que voy a poder abstraerme del final de un ciclo electoral que se hace ya interminable, refugiado en mi trabajo en una ciudad por descubrir con nombre de vino con renombre. Yo soy más cervecero, seguro que encuentro mi hueco.
La primera página de La République du Catch no tiene texto: es una sola imagen en la que se ve un edificio que podría ser francés, en una calle que podría ser francesa, con un par de rascacielos al fondo. La calle es bastante transitada, hay varios viandantes y circulan los coches; debe ser el centro de alguna ciudad grande. No sabemos en qué país o cultura estamos porque el escaparate opaco del local comercial que nos enseña de Crécy dice «Piano», que puede ser tanto cualquiera de los tres idiomas que domino como cualquier otro.
Los coches no parecen muy modernos, la valla publicitaria sobre el edificio tampoco es el último grito en tecnología; así pues, nada indica que estemos en el rabioso presente. El sol brilla, las chimeneas no humean, el árbol mantiene todas sus hojas, la ropa de los personajes que intuimos no es ni muy veraniega ni muy invernal; quizás sea el principio del otoño, quizás sea un noviembre soleado como el de estos últimos dos días en la Sevilla que dejo mañana.
La primera página de La République du Catch no me va a dar mucho trabajo. Me deja una atmósfera anodina, triste, otoñal. La tengo que imprimir esta tarde cuando pase por Tramallol, será lo primero que cuelgue en la pared de mi nueva casa en la que traduciré esta obra que pronto empezaré a llamar La república del Catch. Aunque los títulos siempre son lo último en traducirse, en este caso no creo que dude mucho. Llegará, claro, el día en que tenga que pensar en las mayúsculas y minúsculas de «república» y de «catch», así como en lucha libre, sumo, pressing catch y demás variantes. Aunque para eso faltan casi cuarenta días.
PD: Imagen usada con la autorización de la editorial Ponent Mon.
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Mucha suerte amigo en esta andadura tan increíble. Que vivan las residencias iniciáticas siempre que a uno le pillen de idas y búsquedas.
RépondreSupprimerEsperaré tus relatos como el pan del domingo.
Lúdicamente..Alberludo
Gracias a vos... ¡y ya contaremos otro día cómo este blog te te debe toda su estética y concepción, compañero del Uruguay!
SupprimerQuerido Sergio,
RépondreSupprimerMuchas felicidades por esa fantástica aventura, y gracias por este blog que nos permitirá seguir tus andanzas. Eso si, abrígate bien que aquí en la Galia hace frío en invierno!
Un fuerte abrazo, Félix
Y ya llegó el frío. ¡Gracias a ti, Félix, por todo lo que haces por el mundo del cómic!
SupprimerDisfruta a tope la aventura!! Con ganas de leerte ya...
RépondreSupprimerAbrazo fuerte AMIGO!!
¡Abrazos de vuelta desde el norte de los Pirineos hasta el otro lado del Estrecho!
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