Rue de la Prévôté
Ya estoy instalado en mi nuevo hogar-ofi, por ahora en la planta baja, reservo el espacio de trabajo de la primera planta para la actividad puramente traductora. Empecé a traducir en segundo de carrera, en el 96; cobré mi primera tradu en 2002. Debo acercarme a las cinco millones de palabras traducidas y si algo he aprendido en este tiempo es a separar los espacios de trabajo del resto de las actividades. Nada más nocivo que sentir que pierdes el tiempo ante la pantalla. Cuando traduces, te concentras al 110%. Cuando estás cansado, te cambias de espacio y a otra cosa.
Llegué anoche tarde, me esperaba Flore Llopis, mi enlace de Écla Aquitaine; su amabilidad y buen hacer hablan de la seriedad de la organización y de lo a pecho que se toman su tarea. La casa, maravillosa, en el centro de la ciudad, es ideal para concentrarse. Están cuidados todos los detalles, no faltaba ni algo de fruta ni un ramo de flores de bienvenida, ¡hasta está mi nombre en el buzón!
Frente a mí, dos ventanales enormes me dejan adivinar lo que pasa en la calle. A mis lados, dos paredes recubiertas de los retratos de los anteriores moradores de la casa, un abanico de artistas y creadores de todas las edades y nacionalidades que da algo de vértigo. Hay que ponerse a trabajar desde ya.
Me he paseado de buena mañana por un Burdeos casi vacío con ambiente de domingo. Hoy se celebra el Armisticio de Compiègne, fiesta nacional en Francia que conmemora el final de la Primera Guerra Mundial. Otro golpe de suerte: pasear por primera vez por una ciudad aletargada mientras sus habitantes descansan. Y otra casualidad: el armisticio del 18 marca el final de Gavrilo Princip, el cómic cuya revisión voy a compatibilizar durante dos semanas con la traducción del Catch. Las condiciones están, las ganas sobran. Al ataque.
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