Esta semana, Écla me ha llevado a conocer a Les Éditions de la Cérise, una editorial pequeña, artesana, que tiene el local en el centro de Burdeos. Publican un par de títulos al año, poca cosa, aunque lo hacen con gran mimo y cariño. Llevan algo más de diez años en esto y tienen un catálogo de unas veinte obras, veinte joyas. Guillaume Trouillard, el editor, es uno de esos tipos renacentistas que hacen de todo con una maestría asombrosa: dibuja, pinta, escribe, maqueta, sabe de cuentas, de imprentas, de comercialización... tiene el mundo de la edición en la cabeza y lo transmite con una energía contagiosa.
Me estuvo contando los problemas a los que se enfrenta una editorial pequeña, derivados sobre todo de la comercialización y del almacenamiento de los libros. Al imprimir una tirada hay que almacenar todos los ejemplares que no llegan a las librerías. Por lo general, las editoriales alquilan espacios en naves y desde ahí van abasteciendo a las librerías cuando tienen que reponer existencias. Pero cuando un libro ya no es una novedad y tiene pocas ventas a lo largo del año, sale mucho más rentable destruirlo que seguir pagando un alquiler que no compensa. Oh, Hermes cruel. La cosa llega a tal punto de sinsentido neoliberal que a una editorial grande le sale más barato imprimir quince mil ejemplares, distribuir diez mil y destruir directamente el resto. Y eso hacen. Así que en Les Éditions de la Cérise decidieron desde el principio pasar de las lógicas industriales, hacer tiradas muy ajustadas, almacenarlas en sus propios locales (el sótano es una marabunta de cajas) y confiar mucho en su propio olfato para que el negocio sea rentable y puedan seguir sacando libros en los que creen y de los que cuidan hasta el último detalle.
Aquí vemos un dibujo sacado de Au pays du cerf blanc de Li Zhiwu y Chen Zhongshi (traducido por Grégory Mardaga), su última obra, una maravilla que nos lleva a la China de principios del siglo XX. El dibujo que abre esta entrada pertenece La fille maudite du capitaine pirate, de Jeremy A. Bastian (traducido por Patrick Marcel), su superventas, una especie de Alicia en el país de los piratas.
Guillaume me explicó esto y mucho más, pero sobre todo me dejó ver su amor por los libros. Larga vida a las grandes editoriales.
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